lunes, 16 de enero de 2012

HISTORIA DE FAUSTO EL NIÑO MIGRANTE


               FAUSTO...
Las contracciones de Margarita Sabino Rodríguez se tornaron más intensas. Era la madrugada del 27 de junio de 1990, temporada de siembra con temperaturas cálidas y lluvias frecuentes. Tenía 22 años cuando recibió a su segundo hijo. Estaba recostada boca arriba con las piernas abiertas en su vivienda, elaborada con palma, en la comunidad de El Platanar, en la Montaña de Guerrero. Tras pujar dos horas, a las seis de la mañana, la partera recibió a Fausto.
El bebé llegó al mundo en una de las 12 pequeñas localidades que integran el Municipio de Xalpatláhuac, una de las zonas más deprimidas de México. El Platanar, su cuna, no tenía hace dos décadas agua potable. Aún no la tiene. Los habitantes transportan el líquido en garrafones sobre asnos que caminan 2 kilómetros para llegar al manantial. Tampoco hay drenaje. Aquí se mueren de diarreas agudas y malestares en vías respiratorias. A 20 minutos caminando está Cuba Libre, la comunidad más próxima que tiene dispensario médico, donde atiende una enfermera que sólo acude de lunes a viernes de ocho a tres de la tarde. El hospital más cercano está en Tlapa de Comonfort, la ciudad más importante de la Montaña de Guerrero. El traslado en vehículo demora 45 minutos por terracería curvada y un tramo corto pavimentado, pero no es un trayecto seguro.
En enero, El Platanar perdió a cinco habitantes, cuando, entre los caminos angostos de la montaña, que se vuelven lodazales en época de lluvias, volcó una de dos camionetas que transportaban a la banda y a autoridades. Murieron dos principales de la comunidad, un músico y un poblador. Otro quedó herido.
Las artesanías y la agricultura son las actividades tradicionales, pero el dinero que se obtiene es insuficiente para sortear necesidades básicas de educación, vestido, salud y alimentación.
Algunos obtienen ingresos de la venta de sombreros de palma. Con sus manos hábiles, en un día concluyen seis u ocho piezas. Sin embargo, la paga es inferior a su esfuerzo. Hace un par de años, cada uno se cotizaba en 50 centavos; ahora, el costo "mejoró" a 2 o 2.50 pesos.
"Se hacen sombreros, pero ésos no tienen precio. Vale 1.50. Ahora subió a 2 pesos, bien poquito. Si hacemos dos al día son 4 pesos. Ni alcanza para un refresco porque vale 6 pesos", dice Margarita, madre de Fausto.

Las siembras no dan para mucho: entre las piedras sólo crecen maíz y matitas de ejote.
Pocas cosechas se venden, la mayoría es para consumo propio. Se hacen tortillas a mano con un diámetro de 20 centímetros, atoles y guisos.
"No cae la lluvia. No siembran porque no brota la semilla, si no, ya estarían sembrando" dice el seminarista Jorge Castillo, asignado desde hace tres años a la Iglesia de la Virgen de Guadalupe, patrona de El Platanar.
Los indígenas entonces piden agua al cerro. Con cantos y rezos se enfilan a la cumbre más alta, donde claman por lluvia y buenas cosechas.
También venden leña para fogones. La carga que sostiene un burro, consistente en 40 pares de leños, se paga en 50 pesos.
Entre milpas y veredas se mira a mujeres veinteañeras con un bebé durmiendo a cuestas sostenido con un rebozo; al frente cargan otro y dos más a cada lado, sujetando con sus manitas las enaguas de su madre.
En la pobreza, los hijos se convierten en fuente de ingreso. Los varones migran a Estados Unidos para mandar remesas. Las mujeres tienen precio: son vendidas. Por ello, los varones regresan con sus ahorros y compran una "esposa".
"Salen de la secundaria o ni salen y ya las están vendiendo, muchas veces en contra de su voluntad porque la muchacha ni siquiera conoce al muchacho. Los papás del novio la piden, la compran y ella se tiene que ir.
"Se da mucho el machismo; a la mujer la denigran. Aquí a veces se puede ver al hombre en la casa y a la mujer en el cerro limpiando y fumigando. Hay hombres que tienen a dos o tres mujeres viviendo en la misma casa", dice el seminarista.
En la comunidad de Fausto, algunas adolescentes de 13 años han sido entregadas en matrimonio a señores de más de 40 a cambio de una paga de 50 o 60 mil pesos, a parte de vastas tandas de bebidas y alimentos, según una boda grande.
Así era, así es la cuna de Fausto Armenta.
La primaria bilingüe Luis Donaldo Colosio (mixteco-español) fue el primer centro de estudios de Fausto. De portón grande tubular, rodeada de malla ciclónica, con siete aulas, y piso de tierra, la Colosio siempre ha sido una escuela de carencias.
Debido a que cinco salones de concreto resultaban insuficientes para albergar a nueve grupos de diferentes grados, los pobladores donaron pedacería de madera, cartón, unicel y viejas láminas, con lo cual construyeron tres aulas más. El centenar de butacas no alcanza para 166 alumnos inscritos en el ciclo escolar 2010-2011. Los dos equipos Enciclomedia están inservibles y los recursos económicos no rinden para materiales didácticos ni contratar personal.
En la escuela de Fausto, los profesores son "mil usos" imparten todas las materias, son intendentes, intervienen en problemáticas comunitarias y fungen como gestores, abogados y hasta doctores por un sueldo de 2 mil 500 a 3 mil 500 quincenales.
Aunado a la precaria infraestructura, la escuela reta a la mentalidad generalizada del sueño americano, como lo han hecho por generaciones padres, hermanos, primos y tíos. "Pa qué voy a estudiar. Más bien, saliendo me voy para Nueva York. Voy a ganar dólares" dicen los alumnos al profesor Misael, director de la primaria.
El docente, quien viajó de indocumentado dos veces a EU, señala que en vano han tratado de evitar la migración fortaleciendo el arraigo a sus orígenes mediante clases de matemáticas, español o historia.
"Quienes se lo inculcan son los jóvenes porque llegan y les platican que está muy bonito.
Sueñan con los dólares, con tener muchísimo dinero. Como tienen al papá, al hermano allá, les envían cada 8 o 15 días.

El sueño americano parece inevitable en estas regiones en donde lo simple y la única solución es emigrar a Estados Unidos, llegar a Nueva York y ganar ahí mucho dinero, pareciera que para todos es el único afán al que se aferran, sin embargo en una de esas aulas tan apretadas se encuentra Fausto de apenas 12 años de edad quien suele ser un niño muy tranquilo.
Fausto aún al saber por lo que pasa, al escuchar cada comentario e ideas de salida no presta atención a ninguno de estos detalles, solo desde su butaca atiende a lo que dice el profesor.
El docente resignado a que nadie le prestara atención y que su trabajo sea tan desvalorado  solo se dedica a seguir la clase como todos los días siempre escuchando los mismos comentarios de los alumnos, hasta que un día fue diferente menciona el docente Misael, “fue él quien al termino de clase se acercó a mí y comenzó a preguntarme sobre como era una escuela de verdad, yo no sabía realmente que contestarle pues me quedé abrumado ante tal pregunta, nunca creí que algún alumno me fuera a preguntar algún día algo respecto de la escuela, después de un momento colapsado solo le dije, no es muy diferente de la de aquí, cada alumno llega con distintas metas cada año. Entonces el me miró triste y preguntó que si no valía la pena seguir estudiando, que si de todas maneras todo era de la misma manera. Fue ahí en donde me di cuenta de que había respondido mal y que Fausto realmente era un niño muy diferente y merecía algo mas de mi parte. No, no lo creas de esa manera y aunque no me puedo justificar por mi mala expresión la verdad es que he tenido un día bastante malo, igual y me equivoqué al responder te pido una disculpa por eso, sabes, la verdad estoy muy impresionado por tu valentía nunca nadie me lo había preguntado y por cierto ¿porque la pregunta? Seguí platicando con él, después de mucho pensar en cómo me iba a responder él me dijo… la verdad es que ya en un tiempo voy a salir de la secundaria y no quiero hacer el viaje a Nueva York, no en estas condiciones, creo que hay algo mas y pues si estudio podre ser mejor. Yo estaba muy emocionado pero decidí no demostrárselo tan abiertamente para que no creyera que todo era muy fácil y solo agregué- sabes en compensación a lo sucedido en este momento prometo mañana traerte toda la información que pueda, te va a servir para que tus planes salgan adelante y por supuesto contarás con todo mi apoyo-.
Antes de salir del aula ese día que tuvo la charla con el profesor le pidió de favor que lo mantuviera en secreto pues todo eso no iba a ser bien visto en su comunidad, y así sucedió, Fausto todas las tardes se quedaba unos minutos más en la escuela y salía corriendo más rápido a trabajar para que nadie sospechara, por las noches se quedaba hasta muy tarde afuera de su casa a leer y al día siguiente la pregunta de toda la comunidad para él era, Fausto, ¿y tú cuando te piensas ir a ganar muchos dólares ya te estas tardando?, esto resultaba muy abrumador para él, solo escuchaba estos cuestionamientos pero no contestaba nada, él no se daba por vencido y tiempo después que logró salir de la secundaria. Fue ahora cuando las cosas cambiaron, en vez de emigrar a Nueva York lo hizo a la gran ciudad de México en donde se propuso seguir con sus proyectos pero buscando un trabajo de medio tiempo para enviar dinero a su hogar, ya que cuando le comentó sus planes a sus papás no les pareció y tenía que enviar dinero a casa aunque no estuviera  en Nueva York, en la comunidad, sólo su familia y el profesor sabían a lo que Fausto se había animado a realizar aun cuando era un proyecto totalmente nuevo que nadie lograba desafiar aun en su comunidad.
Cuando llegó a la ciudad de México, el profesor ya lo había contactado con unos conocidos de él (un matrimonio) para que le dieran hospedaje mientras conseguía un trabajo por las tardes para poder ir manteniendo sus estudios e independizarse. Eran muy buenas personas, le abrieron las puertas de su casa y su apoyo para lo que quisiera. Para Fausto era la primera vez que iba a la ciudad, no conocía nada; así que pidió de favor al matrimonio que lo enseñaran a viajar  en el metro, taxi, micro, o en lo que fuera para poder ir a buscar trabajo y una escuela.
A los ocho días de su llegada a la ciudad, Fausto por fin encontró trabajo en un centro comercial como despachador de palomitas, helados, refrescos, o como cajero, le hacía a todo lo que lo pusieran; no era un trabajo tan bien pagado pero para empezar no estaba tan mal, pues le pagaban $100 de las 4pm a las 12pm, aparte unas cuantas propinas que le daban.
Después de quince días, era momento de realizar el examen de admisión a la preparatoria, se había preparado bastante, todos los días antes de irse a trabajar primero ayudaba a los quehaceres y luego estudiaba muy duro.
El momento esperado llegó, a las 9:00am ya estaba en la preparatoria listo para empezar el examen. Después de 4 horas Fausto terminó, salió presuroso de la escuela para no llegar tarde llegar al trabajo, pues era un joven muy responsable.
Los amigos del profesor se encontraban muy contentos con la presencia de Fausto en su casa, veían que era muy respetuoso honesto, trabajador, responsable, estudioso, y así poco a poco se fueron ganando su cariño.
El día de la publicación de los resultados se llegó, Fausto sabía que era difícil de poder entrar, pues había muchos jóvenes que querían tener un lugar en la institución, pero sabía también que no era imposible. Nervioso, tenso, angustiado, Fausto se acercó al tablero donde estaban los folios, empezó a buscar su folio, pero no lo encontró. “revisaré una vez mas dijo fausto con voz triste”; empezó nuevamente a buscar y valla sorpresa ahí estaba entre la lista de los aceptados.
Para él fue como un sueño, nunca pensó que fuera aceptado, al llegar a casa le comentó a la familia que fue aceptado en la escuela, ellos estaban muy contentos. Fausto tenía miedo de comentar esto con sus padres ya que ellos solo les interesaba mejorar su aspecto económico.
Para el 23 de Agosto Fausto entraba a la escuela con mucho esfuerzo y trabajo, compró sus útiles y pagó su colegiatura, por fin estaba cumpliendo uno de sus sueños que era seguir estudiando y llegar a ser un gran Doctor, el tiempo iba pasando y Fasto se da cuenta que la escuela y el trabajo era muy difícil, eso por eso que decide dejar de estudiar por un tiempo mientras se establecía un poco mas económicamente para poder seguir en sus estudios, su padre al ver el dinero que les mandaba no era suficiente le pregunta que qué era lo que estaba pasando, para él fue difícil decirle la verdad puesto que él siempre le comento que el estudio no era lo mejor.
Pero para Fausto no había imposible él sabía que con un poco más de esfuerzo lo lograría y es así que decide trabajar doble turno, para el semestre siguiente decide  inscribirse una vez más a la preparatoria y lograr obtener una beca que también le ayudaría a sus gastos.

Mientras se llegaba el día en que pudiese inscribirse al semestre, todos los días Fausto se levantaba a las 6:00 am a trabajar en el supermercado, terminaba su turno a la 1:00 pm y se disponía a comenzar el segundo empleo en un taller mecánico donde permanecía hasta las 8:00 pm. Cada vez más cansado del cuerpo y de seguir con sus ilusiones, fatigado por las exigencias de su padre por enviar dinero y la responsabilidad de construir un hogar se encontraba a sus espaldas, cada vez era más difícil, el siquiera pensar que podría continuar con sus estudios, se notaba distante y sin motivación. Roberto, el jefe de la familia con la que vivía Fausto notó su actitud diferente y se sentó a platicar con él, le pregunto el motivo de su cambio repentino, por qué ya no mostraba esas ganas de ser un gran profesionista, a lo que fausto respondió que tenía bastantes cosas en las cuales pensar y que la realidad era que su familia necesitaba el dinero, Roberto le contó la historia de varios personajes relevantes de México que en su niñez eran de origen humilde y lucharon por superarse y enfrentar todas las barreras para conseguir sus metas, Fausto comprendió que aunque la situación en la que se encontraba era difícil él podía salir adelante y decidió poner en marcha lo que había aplazado. Renovar sus estudios.
Con el dinero que ganó y ahorró mientras trabajaba pagó su reinscripción en la preparatoria, la familia donde vivía estaba muy feliz y orgullosa de él, todo salía de la mejor manera, obtuvo una beca y el reconocimiento de sus profesores, pero aun con todo eso había un vacío en el corazón de Fausto, era el vacío de la familia que había dejado en aquel pueblecito. Un día se decidió a ir de visita al Platanar, cuando llegó, la gente lo miraba de una forma diferente, despectiva, como si se tratara de aquel que llega derrotado. Fausto tocó la puerta de la casa que lo vio crecer pero nadie le abrió, entró lentamente, un poco temeroso de la reacción de su familia, su padre se encontraba sentado en su silla de palma con un semblante cansado, se puso de pié y le dijo. ¿Regresas por qué te diste cuenta de que tu sueño era una tontería?  Lo que su hijo contestó – no padre, no regreso como derrotado, regreso para decirte que ahora más que nunca pienso seguir adelante, porque yo estoy haciendo lo que nadie de aquí a hecho, cumplir mis sueños, mis metas y demostrar que no soy un pueblerino que se alquila como peón el los E.U. soy un hombre con hambre de triunfo. Su padre al escuchar esto solo le dijo, yo no puedo hacer ya nada por ti, t he aconsejado ya bastante y tú no quieres entrar en razón, no quieres darte cuenta que los estudios no te servirán de nada… Fausto decide que es mejor irse ya, pues se dio cuenta que la ideología de su padre no había cambiado en nada a pesar del tiempo, no se fue sin antes decirle que regresaría con la frente en alto, siendo un gran profesionista, y que a pesar de la desconfianza de su familia y pueblo llegaría a ser un gran doctor y que si Dios se lo permitía se pondría al servicio de su comunidad para que otras personas siguieran su ejemplo y pudiesen cuenta que el estudiar te deja bastantes recompensas y satisfacciones… su padre siguió ignorándolo y Fausto salió de la casa aun con mas deseos de salir adelante.

A su regreso a la ciudad continuó con sus estudios y pudo así terminar el bachillerato, orgullosamente con mención honorifica, pues siempre se destacó en sus clases por sus excelentes calificaciones, de esta manera obtuvo una beca que le permitió entrar a la Universidad en la faculta de medicina, durante este tiempo decidió no preocupase mas por los comentarios de su familia, si no ahora por seguir adelante con sus estudios convirtiéndola en su prioridad. Fausto a pesar de las largas jornadas de trabajo y tareas que le dejaban siguió trabajando en tiempos libres. Había ocasiones en las que Fausto quería desistir, pues tenía bastante trabajo y la carrera era algo pesada, pero sus ilusiones y objetivos por ser un profesionista y poder demostrar a su pueblo que estudiar es mucho mejor que irse a Nueva York a ganar dinero y arriesgar su vida lo mantuvo ahí. Tras 5 años de preparación Fausto termina su carrera y decide regresar al Platanar a poner su consultorio ahí. Cuando llegó la gente lo primero pensó es que ya había desistido estudiar y que regresaría para después emigrar como todos, pero no fue así, cuando entró a su casa lo primero que notó fue que sus padres ya estaban viejos y cansados, les contó de sus logros y de los panes que tenia. Tras un mes de su llegada al Platanar comenzó a construir su propio consultorio y después de algunos meses lo echó a andar, poco a poco comenzó a ganarse el respeto, cariño y confianza de los habitantes del pueblo, los jóvenes estaban realmente asombrados y muchos o en su mayoría decidieron seguir los mismos pasos que Fausto, a menudo éste les daba algunas charlas de lo que había tenido que pasar para poder lograr sus metas, pero que con perseverancia y ganas de triunfar se podía lograr todo; al escucharlo los jóvenes realmente se veían inspirados por esto. La gente comenzó a ver de una manera diferente su vida, le daban mucho interés al estudio y siempre ponían el ejemplo de Fausto, un joven que quiso desafiar a todos, luchar contra las costumbres de su pueblo y gracias a su perseverancia logró salir adelante. El consultorio de Fausto trajo grandes beneficios al Platanar, mejoró considerablemente en el aspecto de salud puesto que era un excelente médico.
De aquí en adelante el Platanar comenzó a crecer, disminuyo el porcentaje de migración y aumentó la calidad de la educación.

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